jueves, 18 de febrero de 2010

Tal vez, otro lugar…


Ven de esas piedras lejanas,

ese rincón en el bolsillo,

las cuestas de peces que nadan en las montañas,

rocosas las olas que viven en mi pensamiento.

¿Donde estas?

Te espantas....

Vuelve con las flores, el mango,

los olores a nenúfares,

Vuelve con una góndola en las narices.

Y los barcos andan por esos ojos,

como lagunas negras que no descansan.

Así es que un mundo de aleteos

sueña con vivir.

No creas en esas estancias,

los empaques son más grandes

y no traen grapas, ni sogas,

ni cintas, ni almidón,

nacen con la brisa propia de los montes,

con patas de arañas tejiendo la vida

en celestes huertas

y un concepto fugas

pero alcanzado.


La música, llena unas salivas,

algo polvorientas,

de escasas razones.

Y estas, se recuperan solas,

de junglas quemadas y transitorias

que acaban por los días y días de la noche,

del núcleo que nunca existió en mi cuerpo,

porque los centros no existen,

ni las direcciones,

en esta parcela regalada,

sujeta de hilos por el cielo

y conchas de girasoles naranja.

Soy familia de aquello que no acaba,

me enseñas a no caminar por un único paraíso,

recorriendo colores que adivino

Y sonrío...

porque existen tachadas

en el órgano inmortal de nuestra lluvia:

lagrimas alegres.